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Núria Parlon Pedro SánchezNo entiendo a los dirigentes socialistas: ni a los catalanes, ni a los madrileños, ni a los andaluces. Y a los barones, menos. Vayasé señor González y esta vez de verdad y para siempre, y llévese a Guerra y a su zepillo estatutario, y a Zapatero y la crisis que no vio pese a que era un sunami. Bye, bye, señores, y llevénse a Zaragoza y a Chacón con ustedes, y a Montilla e Iceta si quieren. ¿Cuántos fracasos hacen falta para irse a casa? Háganse a un lado y dejen pasar a los jóvenes valores. Háganlo rápido haber si aún pueden recuperar los valores de la izquierda democrática y los principios de la socialdemocracia tantas veces devaluada por intereses superiores, que nada tienen que ver con Dios. Sí, he dicho valores y principios. Creo que mucha gente sigue creyendo en la política, pero exige que esté presidida por el compromiso, la seriedad y la observancia del bien común.

La nueva política se resume en dos palabras: moral y principios. Dos términos tan viejos como la democracia. Son tiempos confusos. Ni España ni Catalunya, ni usted ni yo, sabemos muy bien a dónde vamos o a dónde nos lleva esa nebulosa que llaman los mercados; o sea, los ricos de toda la vida. Creo que el desencanto y la quiebra de confianza se registran cuando la política es incapaz de corregir los abusos del poder. ¿De qué sirve si no es capaz de hacer pagar más impuestos a los que más tienen para repartirlos entre las personas más desfavorecidas? Este es uno de los fracasos de la socialdemocracia, de aquí y de allí.

No me extraña que Núria Parlon haya dicho que no cuenten con ella si Pedro Sánchez pacta con don Mariano; que ella se da de baja y sigue trabajando como alcaldesa de Santa Coloma, sin tantas piedras en la mochila. Yo pensé que la eligieron para sustituir a Bartu Muñoz porque era una chica impoluta, que todavía no había hecho la primera comunición y, por tanto, no podía salpicarle la bomba de Pretoria. Me dí cuenta de mi equivocación poco tiempo después, cuando la escuché hablar en la inauguración de la fábrica Cacaolat. Ahí estaba, la chica de Santa Coloma, que había mamado escuela y universidad públicas, dándoles sopas con hondas a los dueños de la marca, forjados en la Berkeley University. Aquel día vi como el ascensor social había dado sus frutos. Y eso es lo que está peligro ahora: el futuro de nuestros hijos.

No entiendo cómo el PSC le cortó las alas a Núria Parlon cuando se postuló para relevar a Pere Navarro o, quizá si lo comprendo y lo que veo no me gusta. Lo llaman vieja política. No tengo idea de lo que piensa hacer Núria Parlon de cara al congreso del PSC de julio. Lo que sí sé es que si cierran de nuevo las puertas a personas como Núria están muertos.

Artículo publicado en el número 379 (enero) del Diari de Santa Coloma

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