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Invitado de Pere Ferreres en L´Entrevista de COM Ràdio, el sábado 4 de marzo. Hablamos de los éxitos periodísticos en El Periódico y en Interviú, pero también los duros comienzos en la revista Grama, de Santa Coloma. De mi vida en el seno de una familia humilde de Singuerlín, de mi etapa de monaguillo de Lluís Hernández, de los éxitos ciclistas de mi padre, de los problemas de Santa Coloma y de la actual alcaldesa, Núria Parlon. [Transcripción íntegra]
Hablamos hoy con Jordi Corachán, periodista. Estuvo 18 años en El Periódico de Catalunya, como reportero de Investigación y como enviado especial en los conflictos internacionales. Antes estuvo 10 años en Interviú, y antes aún había publicado en El Correo Catalán , El Noticiero Universal, El País, Mundo Diario, La Calle, Europa Press. Sus inicios fueron en Grama. Ahora es columnista de El Mirall, también de Santa Coloma. Compartí con Jordi Corachán momentos inolvidables. Hicimos conjuntamente muchos reportajes para Interviú. Siempre recordaré el que trataba de explicar las diferentes lecturas que puede hacer la Iglesia de un mismo texto del Evangelio en función de la parroquia y de la mentalidad del sacerdote. El reportaje se tituló: “Palabra de Dios, te manipulamos Señor”. La idea de titularlo así fue del subdirector del semanario, Ramon Miravitllas, que años después al recordar aquellos tiempos me dijo: “Éramos felices y no lo sabíamos”.
-¿Éramos felices y no lo sabíamos?
-Éramos felices y más inocentes también. Nos creíamos que la Iglesia era una, que todo el mundo era bueno. Aquel reportaje era una irreverencia. Seguramente hoy no lo haríamos. Era nadar contracorriente. Era un periodismo un tanto distroller, de fanzine si me apura. Era lo demandaba la sociedad. Interviú abrió muchas puertas en aquellos momentos, muchas mentalidades. Quisimos demostrar que no tenía nada que ver lo que decía un sacerdote de la zona alta de Barcelona con lo que decía un cura obrero de Badalona o Santa Coloma. En este sentido fue un buen trabajo. Y sí, éramos felices y más jóvenes e inocentes. No he querido perder este punto de ingenuidad. Sigue leyendo